Para entender el concepto de interanimalidad debemos hacer un breve recorrido por la filosofía de Maurice Merleau-Ponty. El camino empieza cuando el filósofo plantea una crítica a la ciencia clásica, a la ciencia anterior a la teoría de la relatividad de Einstein. Y es que según el autor los científicos han pensado que tenían en sus manos la llave para abrir la puerta de la verdad. Aunque Merleau-Ponty se muestre crítico, eso no significa que él vaya en contra del conocimiento científico. Pero sí que pretende relativizar el papel que juega la ciencia.
Según Merleau-Ponty, en la ciencia clásica se ha instaurado el prejuicio de que la percepción sensorial nos engaña. La percepción, que es una aproximación fragmentaria a la realidad, es constantemente falaz y nos desvía del puro conocimiento de la cosa. Solo puede aceptarse si también se acepta el hecho de que la percepción solo nos proporciona unos datos sensibles fragmentarios que el intelecto agrupa y por eso nos acercamos a las cosas.
Ejemplo del pedazo de cera de Descartes (de la segunda meditación metafísica) forma parte de este pensamiento. La cera tiene unas cualidades determinadas sensibles, olor, color, etc., que nuestro cuerpo reconoce como cera. Pero si ponemos la cera al fuego esta cambia. No obstante, aunque haya cambiado no la percibimos como una cera distinta. ¿Qué es lo que permanece inmutable? El hecho de que el cuerpo ocupa una extensión, aunque no tenga nada que ver con las impresiones que antes teníamos de ella. Es la misma cera, aunque las cualidades hayan cambiado. Esto es el pensar confusamente de la experiencia sensible.
El proyecto de Merleau-Ponty será de redescubrir el valor de las cosas que nos rodean, tal y como la teoría de la relatividad nos muestra que con la observación la experimentación cambia. Que no somos meros observadores, sino actores. El dualismo cartesiano nos impide llegar a ver la conjunción de dos mundos que han quedado separados. Sufrimos una diplopía que nos ha hecho olvidar que el mundo que tenemos alrededor nuestro no es pensable como decía Descartes, puesto que el mundo es un símbolo de nuestra apertura al mundo.
La mayor problemática de Descartes es incapaz de ver en el otro cuerpo que se mueve nada más que un autómata, no puede estar seguro de la consciencia, de la existencia pensante. Lo otro es un cuerpo. Solo puedo acceder a un pensar puro de la consciencia en mí, en el otro no puedo hallar la cogitans, solo veo un cuerpo. Para Merleau-Ponty es imposible de resolver el problema del dualismo cartesiano, puesto que parte de dos realidades que son diplópicas: la res cogitans y la res extensa.
Aunque no niega que con unas premisas distintas se puede replantear otras cosas. No se trata de substituirlo sino de redescubrir. Hay una perspectiva corpórea que relativiza los resultados de la ciencia. Pensar un cierto valor de verdad que no es objetividad, sino apertura al mundo. Percibir la cera es un momento de experiencia con el mundo. Encarnar un espejo de mis emociones. Tenemos que redescubrir el valor de las experiencias sensibles del mundo que nos rodea. Para ello Merleau-Ponty no niega el valor del saber científico, solo lo relativiza. La cera antes de ser desecha representaba una verdad que es irreductible a la verdad como subjetividad.
Merleau-Ponty toma el término alemán de Husserl, Leib, (res cogitans), que se diferencia de Körper, con el cuerpo materia (res extensa) cartesiana para hablar de como redescubrirnos. Körper, la cera desnuda, sería nuestro propio cuerpo. Leib, un cuerpo viviente realiza la experiencia de las sensaciones que ofrece la cera al principio. Cuando tocamos con la mano la cera, somos un elemento activo frente a la cosa pasiva. Pero si lo hacemos con la miel, que es un tipo de materia que se desliza, que no se deja del todo capturar del todo, que es pegajosa, esta acaba convirtiéndose en un elemento de actividad. La viscosidad viene a cubrir una inversión del momento activo y pasivo. En realidad, si trato de agarrar la miel hallo una ruptura de la ruptura entre lo subjetivo y lo objetivo. Sujeto y objeto son simultáneamente pasivos y activos, cumplen la misma función. El principio activo que da sentido a la acción se ve diluida, porque se diluye el sujeto y el objeto, lo activo y lo pasivo. Que seamos Körper no significa que no seamos Leib y al revés, significa que nosotros nos redescubrimos como Leib y Körper, de la vida refleja, de la dimensión refleja.
Para desolvidar ese espacio debemos intentar redescubrir cual es el momento originario del experimento, que reside en el carácter de apertura al mundo, momento en que no podemos identificarnos a nosotros mismos como meras corporeidades materiales. Merleau-Ponty quiere hablar de algo que venía antes del lenguaje, de algo que con el lenguaje ya se desnaturaliza. Solo en el solipsismo se puede llegar a esta conclusión. Con la lengua se nos escapa esta dimensión. Merleau-Ponty dice que tenemos que rehabilitar esta dimensión, sacarla del olvido, para dar una definición de la vida humana.
Merleau-Ponty anticipa lo que dirá Foucault que, si nos quedamos en la perspectiva del observador, del científico que observa el mundo, no podemos entender las formas del mundo que son aberraciones (el niño, el loco y los animales). El usa el término “normal”. Al hombre adulto normal estos tres sujetos les parecen aberraciones porque se salen de lo mainstream, que es aquello que caracteriza al hombre adulto. Se salen de la su objetividad, que es la norma del hombre adulto.
Pero si nos salimos de esta perspectiva unilateral y auto-referencial podremos rescatar las otras perspectivas porque son todas ellas formas de apertura al mundo. El animal es un ser arrojado al mundo, que está abierto al mundo, que no está encerrado en su mundo. Merleau-Ponty yendo en contra del propio Heidegger, y sin saberlo, usa términos heidggerianos para hablar del animal en unos términos que el propio Heidegger para nada comparte. Mi perspectiva de hombre adulto coexiste con el animal. No en el sentido de que compartimos casa y escaleras, como dice Heidegger del perro (mit-nehmen), sino en el sentido de que ambos estamos abiertos al mundo.
Como el mundo mezcla el momento interior y exterior, lo activo y pasivo, no vamos a poder saber cuál es la esencia humana y animal buscándola en la interioridad. Solo podemos conocer, abrirnos, des de fuera, des de la experiencia del comportamiento corpóreo del otro. Cuando veo un comportamiento de un animal o un niño no vale con reducirlo a una anomalía, son formas de comportamiento. Las cosas no están ahí para ser dominadas, juegan un papel fundamental que no es reducible a la simple extensión material. No podemos pensar ni el mundo ni nosotros mismos sobre la base del cartesianismo.
Merleau-Ponty asume la premisa que no podemos limitarnos a enfocar el problema del comportamiento animal a partir de la consciencia del animal porque lo que interesa en el comportamiento, en el cuerpo del animal, es que se muestra un vínculo esencial con su medio ambiente especifico. Incluso cuando no hay consciencia (sistema nervioso central). No debemos pensar el animal desde su consciencia. Nos interesa pensar el ser corpóreo sensible del ser animal, sea hombre o no. Hay en la clasificación de von Uexküll unos animales clasificados como animales-máquina, tal y como decía Heidegger. Estos animales no tienen umwelt, sino que están encerrados con su umwelt. También hay animales que están abiertos a un umwelt. Heidegger no acepta algunas partes de la teoría de von Uexküll y condena a todos los animales al umwelt cuando recorta elementos de la teoría de von Uexküll . Merleau-Ponty considera que hay un encierre pero solo en aquellos animales que no están abiertos al umwelt y su umwelt no dispone de merkwelt (mundo percibido) y bildwelt (mundo efectuado del animal). Primero, se necesita una copia de reproducción interna o gegenwelt (antemundo): Aquello que está fuera se interioriza en el animal. Cuando se da este choque (gegenwelt) hay mundo para el animal (merkwelt) que finalmente se sustituye por el bildwelt. En cambio, en los animales que están encerrados en su umwelt hay un círculo perfecto de estímulo y ninguna posibilidad de bildwelt.
Al regresa a la umwelt desde la gegenwelt, se ha modificado. Esa umwelt conlleva la huella del animal, ha sufrido la modificación del organismo animal que actúa ya modificado por el animal vuelve a la gegenwelt. No sabemos dónde empiece el comportamiento, pero a Merleau-Ponty tampoco le interesa el problema de la causa porque no seremos capaces de entender el comportamiento del animal por sus causas parciales.
Merleau-Ponty también habla de un Baumplan para los animales máquina que solo pueden captar los estímulos de la exterioridad. Estos responden perfectamente a los estímulos sin una reciprocidad del estímulo proveniente del medio ambiente. El baumplan es un concepto que nos sirve para entender a los animales-máquinas. Aunque es una idea no peligrosa, pero que nos puede devolver a una perspectiva metafísica, a cierta teología transcendente que se introduce en el cuerpo. Por ello Merleau-Ponty lo expresa con la idea la idea de una melodía. Una melodía que se canta a sí misma (Proust), en que los estímulos y los órganos receptores encajan. Aunque en el animal-maquina no hay reflejo de la exterioridad detrás de la melodía hay un Naturfaktor (‘factor natural’) que es el ejecutor de la melodía, es decir, que la naturaleza se canta a sí misma a través de estas melodías.
Adolf Portmann en Das Tiergestalt (‘La forma animal’) quiere romper con la idea de que los órganos internos son más importantes que los externos. Para él la autenticidad es la forma exterior del animal. Aunque contrariamente a lo que considera el darwinismo, la finalidad de la vida no es la simple conservación sino la de mostrarse, presentarse, ser reconocida. Que un animal pueda ver implica que ese animal puede ser visto. No puede darse un animal que puede ser sin un organismo que no pueda ser visto. De igual modo ocurre con el olfato y los demás sentidos. En síntesis, el ser se da solo en tanto que ser percibido. Todo aquello que puedo percibir se ubica en la percepción de ser percibido, en la percepción exterior. Quiere acabar con la idea de que la esencia de cada ente se halla en la interioridad. Los órganos internos se parecen en todos los organismos animales.
No hay belleza que pueda atraer los sentidos en la interioridad del organismo, los hallamos en la forma exterior. Es la relación del animal con su medio ambiente, lo que determina que se dé la relación es la apariencia exterior. Es el órgano de ser percibido. Nos pone algunos ejemplos como el de las 27 especies de cangrejo en una isla con distintos métodos de apareamiento. Podría haber solo un tipo de ritual, la naturaleza tendría un ahorro. Pero no es así y cada una ejecuta el apareamiento de una forma muy distinta. ¿Dónde está el sentido a estas distintas ejecuciones? Quizá el criterio de la naturaleza no sea tan utilitarista como algunos creían, no sea solamente la supervivencia. ¿Por qué debería la naturaleza gastar este plus de energía? Para Merleau-Ponty es muy simple, porque hay una tendencia a mostrarse y no solo a la supervivencia: La interanimalidad, el mostrarse y ser percibido, que comparten todas las formas de vida percibidas. No se trata de que el animal quiere mostrarse porque sea coqueto, sino porque su ser implica su ser percibido. Parece que el animal no es pura actividad consciente, que se muestra y quiere ser percibido por los demás. Hay una tendencia de la vida a interpretar los signos. Una interpretación que no debe ser consciente, que no nos remiten a un contenido objetivo sino más bien a una mezcla. Esto es lo que mueven al animal, lo que mueve a los animales a que se muestren los unos con los otros.
Tal y como ya había dicho, en algunos animales también hay una apertura a una umwelt, que se está mostrando como una apertura a lo humano y no hay que separarlo en un abismo ontológico (ni mucho menos a la vida, como hace Gehlen). Hay una continuidad que no se basa cualidades cognitivas. El animal para vivir no necesita de consciencia, en el fondo compartimos una apertura al mundo, la mirada del otro.
El reconocimiento del animal cuando interactúa con miembros de su especie y de otras especies es pre-reflexivo. El animal es capaz de improvisar nuevos medios ambientes. El otro es vital para la vida animal, puede ser un reconocimiento que no sea reflexivo. Porque no puedo conocer que es lo que piensas tú. Ni tan siquiera uno mismo domina lo que uno mismo piensa. No hace falta apoyarse en el Dasein o el cuerpo viviente (Leib). Hay otras formas de reconocimiento que se puedan dar en el reconocimiento, porque no hemos roto aún la dialéctica del señor-esclavo. En cambio, un reconocimiento corpóreo efectivo viene desde una perspectiva emocional. No queremos atropoformizar sino que más bien el reconocimiento se halla en nuestra naturaleza.
Bibliografía
M. Merleau-Ponty, El mundo de la percepción, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires – México D.F. 2003.
M. Merleau-Ponty, La nature, Seuil, Paris, 1995
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A. Firenze, «Intercorporéité et interanimalité. La philosophie de la nature de Merleau-Ponty et l’esquisse d’une nouvelle ontologie de la vie», en Novotný, K.; Rodrigo, P.; Slatman, J.; Stoller, S. (Edit.), Corporeity and Affectivity. Dedicated to Maurice Merleau-Ponty, Brill Academic Publishers, 2014, pp. 139-148.
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